La difícil situación por la que atraviesa el sector empresarial como consecuencia del COVID-19 ha provocado la expectativa de la inminente llegada de un tsunami de reestructuraciones que afectaría a una gran parte del tejido empresarial español.
Pero lo cierto es que llegado ya febrero de 2021, este aún no se ha producido, por lo que muchos se preguntan si tendrá lugar finalmente este año esa esperada avalancha de reestructuraciones, y cuáles son los motivos de que aún no haya llegado.
Como aparente primera causa se encuentran las medidas de emergencia aprobadas por el Gobierno para paliar los efectos económicos derivados de la pandemia, entre las que destacan la aprobación de sendas líneas de avales ICO (por importe de 140.000 millones de euros) o la creación del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas de otros 10.000 millones, que han permitido a las empresas encontrar cierto alivio financiero. A ello se suma la moratoria del deber de solicitar el concurso por parte de los órganos de administración (de momento, en vigor hasta el 14 de marzo de 2021) y la esperada adopción de nuevas medidas, tal y como anticipó la Vicepresidenta de Asuntos Económicos en el Congreso el pasado 29 de enero. Este conjunto de medidas ha permitido a las empresas centrarse en la búsqueda de liquidez, provocando posiblemente cierta relajación a la hora de llevar a cabo una reestructuración en profundidad de su deuda financiera.
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