Es, sin duda, un destino atractivo para los inversores por diferentes motivos: contamos con una población y PIB significativos, somos miembros de la Unión Europea y del euro, tenemos una economía abierta al mundo latinoamericano, disponemos de una fuerza de trabajo preparada y lideramos sectores empresariales muy relevantes. Somos un país que ha sabido diversificar su capacidad productiva tras la crisis de 2008 y en el que se encuentran proyectos con retornos ajustados al escaso riesgo que representa.
Para aprovechar todo este potencial, las inversiones extranjeras son imprescindibles. España sufre un déficit estructural de ahorro y de acumulación de capital, por lo que requiere, para explotar sus capacidades, mejorar su productividad y proporcionar oportunidades de empleo, relevantes flujos de capital del exterior.
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