Ya Hesíodo —en el siglo VIII a. C.— contaba en Los trabajos y los días el paso desde la dorada estirpe, cuando el campo era fértil y producía cuantiosos y excelentes frutos, hasta la quinta generación, la edad de hierro, que recuerda bastante a la actual, llena de fatigas, inquietudes, trabajo y solo alguna alegría ocasional.
También el clima tiene sus edades. Hemos pasado del tiempo feliz de nuestra infancia, con blancos inviernos y caladas primaveras, a esta época en la que las nieves son ya cosa de antaño, la pluviometría va a devenir en ciencia exacta —ni llueve ni lloverá— y las olas de calor no ocurrirán solo en el sur y en el mes de agosto.
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